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PEREGRINACIÓN
DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A TIERRA SANTA
(8-15 DE MAYO DE 2009)

CEREMONIA DE DESPEDIDA

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Aeropuerto internacional Reina Alia de Ammán
Lunes 11 de mayo de 2009

 

Majestades;
excelencias;
queridos amigos:

Al disponerme a emprender la próxima etapa de mi peregrinación por las tierras de la Biblia, deseo agradeceros a todos la cordial acogida que he recibido en Jordania en estos días. Doy las gracias a su majestad el rey Abdalá II por haberme invitado a visitar el reino hachemita, por su hospitalidad y por sus amables palabras. Expreso también mi aprecio por el gran esfuerzo realizado para hacer posible mi visita y asegurar el desarrollo ordenado de los diferentes encuentros y celebraciones.

Las autoridades públicas, con la colaboración de gran número de voluntarios, han trabajado sin descanso durante mucho tiempo para dirigir a las multitudes y organizar los distintos acontecimientos. La cobertura de los medios de comunicación ha permitido a innumerables personas seguir las celebraciones, aunque no hayan podido estar presentes físicamente. Al dar las gracias a quienes lo han hecho posible, deseo extender mi agradecimiento en particular a todos los que están escuchando la radio o viendo la televisión, especialmente a los enfermos y a quienes han tenido que quedarse en casa.

Me alegra en particular haber estado presente en la puesta en marcha de numerosas iniciativas importantes promovidas por la comunidad católica aquí, en Jordania. La nueva sección del Centro Regina pacis abrirá posibilidades concretas para dar esperanza tanto a quienes luchan con dificultades de diversos tipos como a sus familias. Las dos iglesias que se construirán en Betania permitirán a las respectivas comunidades acoger a los peregrinos y promover el crecimiento espiritual de quienes rezarán en ese lugar santo. La Universidad de Madaba dará una contribución particularmente importante a la comunidad más amplia, formando a jóvenes de diversas tradiciones a fin de que se capaciten para forjar el futuro de la sociedad civil. A todos los que están implicados en estos proyectos les expreso mis mejores deseos y les prometo mis oraciones.

Uno de los momentos más destacados de estos días ha sido mi visita a la mezquita al-Hussein bin Talal, donde he tenido el placer de encontrarme con los líderes religiosos musulmanes junto con los miembros del Cuerpo diplomático y los rectores de universidades. Deseo alentar a todos los jordanos, tanto cristianos como musulmanes, a edificar sobre los sólidos cimientos de la tolerancia religiosa, que permite a los miembros de las diferentes comunidades convivir en paz y respeto mutuo. Su majestad el rey ha promovido muy activamente el diálogo interreligioso y deseo destacar lo mucho que es apreciado su compromiso en este sentido. Constato con gratitud la particular consideración que muestra hacia la comunidad cristiana de Jordania. Este espíritu de apertura no sólo ayuda a los miembros de las diferentes comunidades étnicas de este país a convivir en paz y concordia, sino que además ha contribuido a las iniciativas políticas de amplias miras promovidas por Jordania para construir la paz en todo Oriente Medio.

Queridos amigos, como sabéis, he venido a Jordania sobre todo como peregrino y pastor. Por tanto, las experiencias de estos días que quedarán más firmemente grabadas en mi memoria son mis visitas a los santos lugares y los momentos de oración que hemos celebrado juntos. Una vez más deseo expresar el aprecio de toda la Iglesia por quienes custodian los lugares de peregrinación en esta tierra; y también quiero dar las gracias a las numerosas personas que han contribuido a la preparación de las Vísperas del sábado en la catedral de San Jorge y de la misa de ayer en el Estadio internacional. Para mí ha sido verdaderamente una alegría vivir estas celebraciones pascuales con los fieles católicos de diferentes tradiciones, unidos en la comunión de la Iglesia y en su testimonio de Cristo. Los aliento a todos a permanecer fieles a su compromiso bautismal, recordando que Cristo mismo recibió el bautismo de Juan en las aguas del río Jordán.

Al despedirme de vosotros, deseo que sepáis que llevo en mi corazón al reino hachemita y a todos los habitantes de esta región. Rezo para que gocéis de paz y prosperidad, ahora y para las generaciones futuras. Una vez más, muchas gracias. Y que Dios os bendiga a todos.



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