MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO,
FIRMADO POR EL CARDENAL SECRETARIO DE ESTADO PIETRO PAROLIN,
CON MOTIVO DEL 9° FORO MUNDIAL DEL AGUA
[Dakar, 21-26 de marzo de 2022]
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En nombre del Papa Francisco, quisiera saludar cordialmente a todos los participantes reunidos en el IX Foro Mundial del Agua, cuyo tema es La seguridad del agua para la paz y el desarrollo. Es bueno subrayar la importancia de este tema, dado que los desafíos actuales y futuros que le conciernen a nuestra humanidad son numerosos.
Nuestro mundo está sediento de paz, de ese bien indivisible que requiere el esfuerzo y la contribución constante de todos y que se basa sobre todo en la satisfacción de las necesidades esenciales y vitales de cada ser humano.
Hoy en día, la seguridad del agua se ve amenazada por una serie de factores, como la contaminación, los conflictos, el cambio climático y el mal uso de los recursos naturales. El agua es, por tanto, un valioso activo para la paz. Por ello, no puede considerarse simplemente como un bien privado, generador de beneficios mercantiles y sujeto a las leyes del mercado.
Además, el derecho al agua potable y al saneamiento está estrechamente vinculado al derecho a la vida, que está arraigado en la dignidad inalienable de la persona humana y es una condición para el ejercicio de otros derechos humanos. El acceso al agua y al saneamiento es de hecho un “derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas”. En consecuencia, el mundo tiene “una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable” [1], pero también con todos aquellos para los que las fuentes tradicionales de agua potable han sido contaminadas hasta el punto de hacerlas peligrosas, destruidas por las armas y convertidas en inutilizables, o secadas como consecuencia de una mala gestión de los bosques.
En la actualidad, más de dos mil millones de personas carecen de acceso al agua potable y/o al saneamiento. Piensen en todas las consecuencias prácticas que esto puede tener, especialmente para los pacientes en los centros de salud, para las mujeres que dan a luz, para los presos, los refugiados y los desplazados.
Hago un llamamiento a todos los dirigentes y gestores políticos y económicos, a las distintas administraciones y a todos los que están en condiciones de dirigir la investigación, la financiación, la educación y la explotación de los recursos naturales y del agua en particular, para que se ocupen de servir dignamente al bien común, con determinación, integridad y espíritu de cooperación [2] .
También destacamos que “si se enfrenta la escasez de agua y se mejora su gestión, especialmente por parte de las comunidades, se contribuirá a crear mayor cohesión social y mayor solidaridad” [3], a iniciar procesos [4] , a forjar vínculos. En efecto, el agua es para nosotros un don de Dios y un patrimonio común cuyo destino universal debe asegurarse para cada generación.
Además, es un hecho que “las aguas dulces, tanto superficiales como subterráneas, son en gran medida transfronterizas […]Pensad por un momento si los países colaboraran mayormente en el tema del agua en varias áreas del mundo respecto a la situación actual, habría más paz […] En consecuencia, eficaces mecanismos de cooperación transfronteriza del agua son una característica importante para la paz y la prevención de conflictos armados” [5]. A este respecto, ¿cómo no pensar en el río Senegal, pero también en el Níger, el Nilo y otros grandes ríos que atraviesan muchos países? En todas estas situaciones, el agua debe convertirse en un símbolo de acogida y bendición, un motivo de encuentro y colaboración que haga crecer la confianza mutua y la fraternidad.
Recordemos que “en el origen de lo que, en sentido cósmico, llamamos ‘naturaleza’, hay ‘un designio de amor y de verdad’ [y que] el mundo no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar” [6]. Gestionar el agua de forma sostenible y con instituciones eficientes y solidarias es, por tanto, no sólo una contribución a la paz; es también una forma de reconocer este don de la creación que se nos ha confiado para que juntos lo cuidemos.
El Papa Francisco asegura que reza para que este Foro Mundial del Agua sea una oportunidad para trabajar juntos por la realización del derecho al agua potable y al saneamiento de todo ser humano, y que contribuya así a que el agua sea un verdadero símbolo del diálogo compartido, constructivo y responsable a favor de una paz duradera, que se construya sobre la confianza [7].
Cardenal Pietro Parolin
Secretario de Estado de Su Santidad
[1] Francisco, Encíclica Laudato si’, n. 30.
[2] Cf. Discurso a los participantes en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares, 5 de noviembre de 2016; Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Aqua fons vitae, n. 107.
[3] Aqua fons vitae, n. 26.
[4] Cf. Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 223.
[5] Aqua fons vitae, n. 27.
[6] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, n. 6.
[7] San Juan XXIII, Encíclica Pacem in terris, n. 113.
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