VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
A CANADÁ
(24-30 DE JULIO DE 2022)
CONFERENCIA DE PRENSA DEL SANTO PADRE
DURANTE EL VUELO DE REGRESO
Viernes, 29 de julio de 2022
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Buenas tardes a todos. Santidad, han sido días de peregrinación y de penitencia en varias etapas con tantos encuentros, gestos, este último, conmovedor, en Iqaluit. Estos días —lo ha dicho usted mismo— no se concluyen al dejar esta tierra, y también en este sentido llegamos a este encuentro con los periodistas. Tal vez usted quiera decir algo antes de comenzar…
Buenas tardes y gracias por vuestro acompañamiento, por vuestro trabajo aquí. Sé que habéis trabajado tanto, me han dicho cómo os habéis movido. Y gracias también por la compañía. Gracias.
[Jessica Ka'nhehsíio Deer (Cbc Radio - Canada Indigena)] Como descendiente de un superviviente de una escuela residencial, sé que los supervivientes y sus familias quieren ver acciones concretas que sigan a sus disculpas, incluido el rechazo de la “doctrina del descubrimiento”. Teniendo en cuenta que esta sigue estando incluida en la Constitución y en los sistemas jurídicos de Canadá y Estados Unidos, donde los pueblos indígenas siguen siendo despojados de sus tierras y privados de poder, ¿no ha sido una oportunidad perdida para hacer una declaración en este sentido durante su viaje a Canadá?
Sobre lo último, no entiendo el problema…
Está en el hecho de que las poblaciones indígenas todavía hoy siguen privadas de tierras y de poder, en virtud de esas Bulas papales y de este concepto de la doctrina del descubrimiento. Cuando hablo con personas indígenas, me dicen que cuando la gente vino a colonizar América, existía esta “doctrina del descubrimiento” que, de alguna manera, daba fuerza a la idea de que los pueblos indígenas de los nuevos países eran “inferiores” a los católicos. Así es como Canadá y Estados Unidos se convirtieron en “países”.
Gracias por la pregunta. Creo que este es un problema de todo colonialismo. Incluso hoy: las colonizaciones ideológicas actuales tienen el mismo esquema. Quien no entra en su camino, es inferior. Pero quiero ir más allá en esto. Se les consideraba no sólo inferiores: algún teólogo un poco loco se preguntaba si tenían alma. Cuando Juan Pablo II fue a África, a la puerta donde se embarcaban los esclavos [la isla de Gorea, la puerta del no retorno], hizo una señal para que llegáramos a comprender el drama, el drama criminal: esas personas eran arrojadas al barco, en condiciones desastrosas, y luego eran esclavas en América. Es cierto que hubo voces que se pronunciaron, como Bartolomé de las Casas, por ejemplo, Pedro Claver, pero fueron la minoría. La conciencia de la igualdad humana llegó lentamente. Y digo conciencia, porque en el inconsciente todavía hay algo... Siempre, tenemos —permítanme decirlo— como una actitud colonialista de reducir su cultura a la nuestra. Es algo que nos viene del modo de vida desarrollado, el nuestro, y a veces perdemos valores que ellos tienen. Por ejemplo: los pueblos indígenas tienen un gran valor que es el de la armonía con la Creación y al menos algunos que conozco lo expresan con la palabra vivir bien. Esta palabra no quiere decir, como entendemos los occidentales, pasarla bien o vivir la dolce vita, no. Vivir bien es custodiar la armonía. Y ese es para mí el gran valor de los pueblos originarios. La armonía. Estamos acostumbrados a reducir todo a la cabeza: en cambio, los pueblos originarios —hablo en general— saben expresarse en tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos. Pero todos juntos y saben tener este lenguaje con la Creación. Entonces, este progresismo acelerado del desarrollo algo exagerado, algo neurótico que tenemos, ¿no es verdad? No hablo en contra del desarrollo: el desarrollo es bueno. Pero no es bueno con la ansiedad del desarrollo-desarrollo-desarrollo... Mira, una de las cosas que nuestra civilización sobredesarrollada, comercial ha perdido es la capacidad de la poesía: los pueblos indígenas tienen esa capacidad poética. No estoy idealizando.
Entonces, esta doctrina de la colonización: es verdad, es mala, es injusta. Incluso hoy en día se utiliza: lo mismo, con guantes de seda, tal vez, pero se utiliza, hoy en día. Por ejemplo, algunos obispos de algunos países me han dicho: “Nuestro país, cuando pide un crédito a una organización internacional, le ponen condiciones, incluso legislativas, colonialistas. Para darles crédito, les hacen cambiar un poco su forma de vida”. Volviendo a nuestra colonización de América, la de los ingleses, la de los franceses, la de los españoles, la de los portugueses: son cuatro [potencias coloniales] para las cuales siempre ha habido ese peligro, es más, esa mentalidad “nosotros somos superiores y estos indígenas no cuentan” y eso es grave. Por eso hay que trabajar en lo que tú dices: volver atrás y sanear, digamos, lo que se hizo mal, sabiendo que el mismo colonialismo existe hoy. Pensemos, por ejemplo, en un caso, que es universal y me atrevo a decirlo. Pienso en el caso de los rohinyás, en Myanmar: no tienen derecho a la ciudadanía, son de nivel inferior. Incluso hoy en día. Muchas gracias.
[Brittany Hobson (The Canadian Press)] Buenas tardes, Papa Francisco. Mi nombre es Brittany Hobson, de la Canadian Press. Usted ha dicho a menudo que es necesario hablar en términos claros, honestos y con parresía. Usted sabe que la Comisión Canadiense de la Verdad y la Reconciliación calificó el sistema de escuelas residenciales de genocidio cultural, y esta expresión ha sido corregida a genocidio simplemente. Las personas que escucharon sus palabras de disculpa esta semana lamentaron que no se utilizara el término genocidio. ¿Utilizaría este término y reconocería que miembros de la Iglesia participaron en este genocidio?
Es cierto que no utilicé la palabra porque no me vino a la mente, pero describí el genocidio y pedí perdón, perdón por esta obra que es genocida. Por ejemplo, yo también condené esto: quitar a los niños, cambiar la cultura, cambiar las mentes, cambiar las tradiciones, cambiar una raza, digamos, toda una cultura. Sí, es una palabra técnica —genocidio— pero no la utilicé porque no me vino a la mente. Pero describí que era cierto, sí, era un genocidio, sí, sí, tranquilos. Tú di que yo he dicho que sí, fue un genocidio. Gracias.
[María Valentina Alazraki Crastich (Televisa)] Papa Francisco, buenas tardes. Suponemos que este viaje a Canadá ha sido también una prueba, un ensayo para su salud, por lo que ha descrito esta mañana como “limitaciones físicas”. Así que queríamos saber: después de esta semana, ¿qué puede decirnos sobre sus futuros viajes? ¿Quiere seguir viajando así? ¿Habrá algún viaje que no pueda hacer por estas limitaciones, o después de una semana cree que la operación de rodilla podría solucionar más la situación y viajar de forma... como antes?
Gracias. No sé... No creo que pueda ir al mismo ritmo de los viajes que antes. Creo que a mi edad y con esta limitación, tengo que ahorrar un poco para poder servir a la Iglesia o, por el contrario, pensar en la posibilidad de dar un paso al lado. Esto con toda honestidad: no es una catástrofe, se puede cambiar Papa, ¡no hay problema! Pero creo que tengo que limitarme un poco con estos esfuerzos. La operación de rodilla no va, no va en mi caso. Los técnicos dicen que sí, pero está todo el problema de la anestesia: me sometí a más de seis horas de anestesia hace diez meses y todavía quedan rastros. No se juega, no se bromea con la anestesia. Y por eso se cree que no es del todo conveniente. Pero intentaré seguir viajando y estar cerca de la gente, porque creo que es una forma de servir, la cercanía. Pero más que eso no puedo decir. Esperemos... En México no está previsto… ¡todavía!
Y ¿Kazajistán? Y si va a Kazajistán, ¿no debería ir también a Ucrania, tal vez, si va a Kazajistán?
Dije que me gustaría ir a Ucrania. Vamos a ver ahora lo que me encuentro cuando llegue a casa. Kazajistán, por el momento, me gustaría ir: es un viaje tranquilo, sin tanto movimiento, es un congreso de religiones. Pero por el momento, todo se mantiene. Además, tengo que ir a Sudán del Sur antes que al Congo porque es un viaje con el Arzobispo de Canterbury y el Obispo de la Iglesia de Escocia, los tres juntos como hicimos en el retiro de hace dos años. Luego al Congo. Pero será el año que viene, porque es la temporada de lluvias...Veremos. Yo tengo toda la buena voluntad, pero veamos qué dice la pierna.
[Carolina Pigozzi (Paris Match)] Esta mañana se ha reunido en el arzobispado con miembros locales de la Compañía de Jesús, su familia; como siempre hace durante sus viajes. Hace nueve años, al volver de la JMJ de Brasil, le pregunté, el 28 de julio de 2013, si todavía se sentía jesuita. Su respuesta fue positiva. El pasado 4 de diciembre usted explicó, después de ver en Atenas a los jesuitas en Grecia: “cuando se inicia un proceso hay que dejar que se desarrolle, que crezca una obra, y luego hay que retirarse. Todo jesuita debe hacer esto, ningún trabajo le pertenece porque es del Señor”. Santo Padre, ¿podría esta afirmación ser válida algún día para un Papa jesuita?
Creo que sí, sí.
¿Significa eso que podría retirarse como los jesuitas?
Sí. Sí. Es una vocación.
¿De ser Papa o de ser jesuita?
Que el Señor diga. El jesuita intenta —lo intenta, no lo hace siempre, no puede, lo intenta— hacer la voluntad del Señor. El Papa jesuita también debe hacer lo mismo. Cuando el Señor habla, si el Señor te dice “adelante”, tú vas adelante; si el Señor te dice “ve a la esquina”, tú vas a la esquina. Es el Señor quien...
Lo que dice significa que espera la muerte en ese momento....
¡Pero todos esperamos la muerte!
Es decir: ¿no se retira primero?
Lo que diga el Señor. El Señor puede decir: “Renuncia”. Es el Señor quien manda. Una cosa sobre San Ignacio, esto es importante: cuando uno estaba cansado, enfermo, decía a San Ignacio: “Yo no puedo hacer la oración”, y él dispensaba de la oración. Pero nunca dispensaba del examen de conciencia: dos veces al día mirar lo que ha sucedido… No es una cuestión de pecados o no pecados, no: “¿Qué espíritu me ha movido hoy?”. Nuestra vocación decía: buscar lo que ha ocurrido hoy. Si yo —esto es una hipótesis— veo que el Señor me dice algo, una inspiración de eso o de lo otro, tengo que discernir para ver qué me pide el Señor. Y puede ser que el Señor quiera mandarme al rincón, es cosa suya, Él es quien manda. Esta creo que es la forma religiosa de vivir de un jesuita: estar en discernimiento espiritual para tomar decisiones, elegir un camino de trabajo, de compromiso también. El discernimiento es la clave en la vocación del jesuita. Esto es importante. San Ignacio fue muy firme en esto porque fue su propia experiencia de discernimiento espiritual la que le llevó a la conversión. Y los ejercicios espirituales son realmente una escuela de discernimiento. Así que el jesuita debe ser por vocación un hombre de discernimiento, discernir las situaciones, discernir la propia conciencia, discernir las decisiones que hay que tomar. Por eso debe estar abierto a todo lo que el Señor le pida. Esto es un poco de nuestra espiritualidad.
Pero, ¿se siente más Papa o más jesuita?
¡Nunca he hecho esa medición! ¡Nunca la he hecho! Yo me siento un siervo del Señor, con el hábito jesuita, porque no existe una espiritualidad papal, no existe. Cada Papa lleva adelante su propia espiritualidad. Piensa en San Juan Pablo II con esa hermosa espiritualidad mariana que tenía, la tenía antes y lo tenía como Papa. Piensa en los muchos Papas que han llevado adelante su propia espiritualidad. El papado no es una espiritualidad, es un trabajo, una función, un servicio. Pero cada uno lo realiza con su propia espiritualidad, sus propias gracias, su propia fidelidad y también sus propios pecados. Pero no hay espiritualidad papal. Por eso no hay comparación entre la espiritualidad jesuita y la espiritualidad papal, porque esta última no existe. ¿Lo entiendes? Gracias, gracias.
[Severina Elisabeth Bartonitschek (CIC)] Buenas tardes. Santo Padre, ayer también habló de la fraternidad de la Iglesia, de una comunidad que sabe escuchar y dialogar, que promueve una buena calidad de relaciones. Pero hace unos días apareció la declaración de la Santa Sede sobre el Camino Sinodal Alemán, sin firma. ¿Cree que esta forma de comunicar contribuye o es un obstáculo para el diálogo?
En primer lugar, ese comunicado lo hizo la Secretaría de Estado, fue un error no decir abajo…Creo que se decía “Comunicado de la Secretaría de Estado”, pero no estoy seguro. Fue un error no firmar como Secretaría de Estado, pero un error de oficina, no de mala voluntad. Esto sobre la última cosa. Y sobre el sogenannter synodaler Weg, sobre el Camino Sinodal, yo escribí una carta —solo la hice, un mes con oración, reflexiones, consultas—, y yo dije todo lo que tenía que decir sobre el Camino Sinodal, más que eso no diré. Eso es el Magisterio Papal sobre el Camino Sinodal, esa carta que escribí hace dos (tres) años. Me salté a la Curia, porque no hice consultas, nada. Hice como un camino mío, también como pastor para una Iglesia que está buscando un camino, como hermano, como padre, como creyente, lo hice así. Y este es mi mensaje. Sé que no es fácil, pero todo está ahí, en esa carta. Gracias.
[Ignazio Ingrao (RAI - TG1)] Italia está atravesando un momento difícil que también causa preocupación a nivel internacional. Está la crisis económica, la pandemia, la guerra y ahora también estamos sin gobierno. Usted es el Primado de Italia: en su telegrama al Presidente Mattarella con motivo de su cumpleaños habló de un país marcado por muchas dificultades y llamado a tomar decisiones cruciales. ¿Cómo vivió la caída de Draghi?
En primer lugar, no quiero inmiscuirme en la política interior italiana. Segundo: Nadie puede decir que el Presidente Draghi no fuera un hombre de gran prestigio internacional. Fue presidente del Banco Central Europeo, una buena carrera, digamos así. Y después hice una pregunta a uno de mis colaboradores: “dime, ¿cuántos gobiernos ha tenido Italia en este siglo?” Me dijo “20”. Esta es mi respuesta.
¿Qué llamamiento hace usted a las fuerzas políticas ante estas difíciles elecciones?
Responsabilidad. Responsabilidad cívica…
[Claire Giangrave (Religion News Service)] Hola, Santo Padre, buenas tardes. Muchos católicos, pero también muchos teólogos, creen que es necesario un desarrollo en la doctrina de la Iglesia respecto a los anticonceptivos. Al parecer, incluso su predecesor, Juan Pablo I, pensó que la prohibición total quizás debía ser reconsiderada. ¿Usted qué opina al respecto, es decir, está abierto a una reevaluación en este sentido? ¿O existe la posibilidad de que una pareja considere los anticonceptivos?
He entendido, esto es algo muy puntual. Pero sabed que el dogma, la moral, está siempre en un camino de desarrollo, pero desarrollo en el mismo sentido. Para utilizar algo que está claro, creo que lo he dicho aquí antes, para el desarrollo de una cuestión moral, un desarrollo teológico, digamos así, o dogmático, hay una regla que es muy clara y esclarecedora, lo he dicho otras veces: lo que hizo Vicente de Lerins, en el siglo V, era un francés. Dice que la verdadera doctrina, para avanzar, para desarrollarse, no debe estar quieta, se desarrolla ut annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate. Es decir, se consolida con el tiempo, se expande y se consolida y se hace más firme pero siempre progresando. Por eso el deber de los teólogos es la investigación, la reflexión teológica. No se puede hacer teología con un “no” por delante. Luego será el Magisterio el que diga: “No, has ido más allá, vuelve”. Pero el desarrollo teológico debe ser abierto, los teólogos están para eso. Y el Magisterio debe ayudar a comprender los límites. Sobre el problema de los anticonceptivos, sé que ha salido una publicación, sobre este y otros temas matrimoniales. Son las actas de un congreso y en un congreso hay “ponencias”, luego discuten entre ellos y hacen propuestas. Hay que ser claros: los que han hecho este congreso han cumplido con su deber, porque han tratado de avanzar en la doctrina, pero en sentido eclesial, no fuera, como he dicho con aquella regla de San Vicente de Lerins. Entonces el Magisterio dirá, “sí va bien” — “no va bien”
Pero muchas cosas son cuestionadas. Pensemos, por ejemplo, en las armas atómicas: hoy he declarado oficialmente que el uso y la posesión de armas atómicas es inmoral. Piensa en la pena de muerte: antes la pena de muerte, sí… Ahora puedo decir que ahí estamos cerca de la inmoralidad, porque la conciencia moral se ha desarrollado bien. Para ser claros: cuando se desarrolla el dogma o la moral, está bien, pero en esa dirección, con las tres reglas de Vicente de Lerins. Creo que esto es muy claro: una Iglesia que no desarrolla su pensamiento en sentido eclesial es una Iglesia que va hacia atrás. Y este es el problema hoy, de tantos que se llaman “tradicionales”. No, no, no son tradicionales, están “en retroceso”, van hacia atrás, sin raíces. Siempre se ha hecho así, en el siglo pasado se hizo así. Y el “retroceso” es un pecado porque no va adelante con la Iglesia. En cambio, la tradición —decía alguno, creo que lo dije en una de mis discursos— la tradición es la fe viva de los muertos. Sin embargo, para estos “que van en retroceso”, que se llaman tradicionalistas, es la fe muerta de los vivos. La tradición es precisamente la raíz de inspiración para avanzar en la Iglesia Y esto siempre es vertical. Y el “retroceso” va hacia atrás, siempre está cerrado. Es importante entender bien el papel de la tradición, que siempre está abierta, como las raíces del árbol, y el árbol crece... Un músico tenía una frase muy bonita, Gustav Mahler decía: la tradición en este sentido es la garantía del futuro, es la garantía, no es una pieza de museo. Si concibes la tradición cerrada, esa no es la tradición cristiana. Siempre es el jugo de las raíces el que te lleva hacia adelante, hacia adelante, hacia adelante… Por eso, por lo que dices, es necesario pensar y llevar la fe y la moral hacia adelante, y hasta que va en la dirección de las raíces, del jugo, está bien. Con estas tres reglas de Vincente de Lerins que he mencionado.
[Eva Fernández (Cadena Cope)] A finales de agosto tenemos un consistorio. Últimamente mucha gente le ha preguntado si ha pensado en dimitir, no se preocupe, esta vez no se lo preguntaremos, pero tenemos curiosidad: ¿ha pensado alguna vez en qué características le gustaría que tuviera su sucesor?
Esto es un trabajo del Espíritu Santo, ¿sabes? Nunca me atrevería a pensar... El Espíritu Santo lo sabe hacer mejor que yo, mejor que todos nosotros. Porque inspira las decisiones del Papa, siempre inspira. Porque está vivo en la Iglesia, no se puede concebir la Iglesia sin el Espíritu Santo, es el que hace las diferencias, también hace el ruido -pensemos en la mañana de Pentecostés- y luego hace la armonía. Es importante hablar de “armonía” más que de “unidad”. Unidad, pero armonía, no como algo fijo. El Espíritu Santo te dona una armonía progresiva, que va adelante. Me gusta lo que dice San Basilio sobre el Espíritu Santo: “Ipse armonia est”, “Él es la armonía”. Él es armonía porque primero hace el ruido con la diferencia de carismas. Así que dejemos este trabajo al Espíritu Santo. Sobre mi dimisión, me gustaría dar las gracias por un bonito artículo que uno de vosotros escribió, sobre todas las señales que podrían llevar a una dimisión y todas las que están apareciendo. Es un buen trabajo periodístico, un periodista que después al final da una opinión. Ver también las señales, no sólo las declaraciones; ese lenguaje subterráneo que también da señales. Saber leer las señales o al menos hacer un esfuerzo de interpretación que puede ser eso o lo otro, es un buen trabajo vuestro y os lo agradezco mucho.
[Phoebe Natanson (Abc News)] Disculpe Santo Padre, sé que le han hecho muchas preguntas de este tipo, pero quería preguntarle, en este momento, con las dificultades de salud y todo, ¿se le ha ocurrido la idea de que podría ser el momento de retirarse? ¿Ha tenido algún problema que le haya hecho pensar en ello? ¿Ha habido algún momento difícil que le haya hecho pensar en ello?
La puerta está abierta, es una opción normal, pero hasta hoy no he llamado a esta puerta, no he dicho: “Iré a esta habitación”. No he sentido pensar en esta posibilidad. Pero eso no significa que pasado mañana no me ponga a pensar, ¿verdad? Pero ahora mismo, sinceramente, no. Este viaje también ha sido un poco una prueba... Es cierto que no puedes hacer viajes en este estado, tienes que quizás cambiar un poco tu estilo, disminuir, pagar las deudas de los viajes que te quedan por hacer, reorganizar... Pero el Señor lo dirá. La puerta está abierta, eso es cierto.
Y antes de despedirme, me gustaría hablar de algo que es muy importante para mí: el viaje a Canadá estuvo muy relacionado con la figura de Santa Ana. Dije algunas cosas sobre las mujeres, pero especialmente sobre las ancianas, las madres y las abuelas. Y subrayé una cosa que está clara: la fe debe transmitirse “en dialecto”, y el dialecto —lo dije claramente— materno, el de las abuelas. Nosotros recibimos la fe en forma de dialecto femenino, y esto es muy importante: el papel de la mujer en la transmisión de la fe y en el desarrollo de la misma. Es la madre o la abuela la que enseña a rezar, es la madre o la abuela la que explica las primeras cosas que el niño no entiende sobre la fe. Y oso decir que esta transmisión “dialectal” de la fe es femenina. Alguien puede decirme: pero, ¿cómo lo explicas teológicamente? Porque, diré, la que transmite la fe es la Iglesia y la Iglesia es mujer, la Iglesia es esposa, la Iglesia no es masculina, la Iglesia es mujer. Y debemos entrar en este pensamiento de la Iglesia como mujer, la Iglesia como madre, que es más importante que cualquier fantasía ministerial machista o cualquier poder machista. La Iglesia mater, la maternidad de la Iglesia. La figura de la Madre del Señor. En este sentido, es importante destacar la importancia en la transmisión de la fe de este dialecto materno. Lo descubrí leyendo, por ejemplo, el martirio de los Macabeos (cf. 2 Mac 7): dos o tres veces dice que la madre les daba valentía en dialecto materno. La fe debe transmitirse en dialecto. Y ese dialecto lo hablan las mujeres. Esta es la gran alegría de la Iglesia, porque la Iglesia es mujer, la Iglesia es esposa. Quería decirlo claramente pensando en Santa Ana. Gracias, gracias por la paciencia. Gracias por escuchar, descansad y buen viaje. ¡Gracias!
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L'Osservatore Romano, Edición semanal - 5 de agosto de 2022
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